lunes, 30 de agosto de 2010

Y EL POETA Y CANTOR VICENTE HERNANDEZ VOLVIÓ A TENERIFE PARA QUEDARSE PARA SIEMPRE.

Nacido en Cuba. Criado de pequeñito en el Risco de San Nicolás en La Palmas, trabajó un tiempo en Tenerife pero nosotros lo conocimos, y bien, en Argentina, en Buenos Aires, en los comienzos del Centro Archipiélago Canario de Buenos Aires, allá en la calle Yerbal y posteriormente en la calle Rivera Indarte 278 dónde aún pervive la entidad canaria con casi 80 años de existencia y con una fecunda y continuada labor por difundir la cultura canaria e intercambiarla con la argentina.
Del joven Vicente Hernández conocimos a sus padres, don Pancho y señora, y a sus hermanos Kiko, Juanito y Ana María. Una familia abierta y trabajadora de la Argentina de los años 50. Ya más tarde conocimos a su esposa Blanca y a su desendencia.
Vicente, el del timple con cuatro cuerdas, el del tremendo vozarrón, el amigo, además de ser director de la rondalla del Centro Archipiélago por mas de 25 años, siempre colaboró con todos los centros canarios de aquellos entonces como el Centro Canario de Quilmes y la Asociación Canaria. Él estaba con todos, con tal que fuera para divulgar el folklore canario. Pero también, y muy en especial, fue poeta y músico, eso que ahora se suele llamar "cantautor", pero sin pretensiones, sin afán comercial, simplemente eso, componía, lo compartía con todo el mundo y, dale que va, a darlo a conocer en la parranda.
Y así compuso el pasacalle con el que se presentaban todas las agrupaciones canarias de Argentina que comienza así:
Vamos sembrando alegría
por tierras de libertad,
para que la tierra mía
nunca se pueda olvidar.
De él nació también la simpática composición "El Gofio", una verdadera sátira de la situación de la Canarias de aquel entonces. Decía en una de sus partes:
Seña Mariquilla Antonia,
a codazos y empujones
se metió dentro el molino,
con el millo e las raciones.
Y le dijo al molinero:
apurelo Periquito,
se están muriendo de hambre
Miguel, Juan y Rosarito.
O hablamos de su otra obra "Mi Gran Canaria", que dice en una de sus partes:
Fue en la bella isla Gran Canaria
dónde conocí el primer amor
que envió mi alma a tierra extraña
a buscar consuelo a su dolor.
Y montones más de poesías como "Quién me ha visto y quién me ve", "La Chalana", "La Cobrada", "Que suerte tuve Canarias", "Vuelta feliz de Las Canarias" y un larguísimo etc. Pero volviendo a sus canciones, fue quizás "El Teide en la Nube Gris" la que más mundo ha recorrido. Simple y corta pero a la vez profunda con un mensaje que no puede olvidar ningún canario fuera de su terruño. Por eso la copiamos totalmente:
Amanecer
que siempre quedará en mi,
mirando el Teide asomar
por entre una nube gris.
Diciendo adiós
al canario que se va....
si sientes frío en la ausencia,
vuelve al calor del volcán.
Teide gigante,
tu que sabes mi querer,
mientras el corazón cante,
Canarias recordaré.
Y he de volver,
he de volver a vivir
en el hogar del ayer
del sitio dónde nací.
He de volver,
para de nuevo feliz,
mirar al amanecer
"El Teide en la Nube Gris"
Y volvió varias veces desde California dónde residía desde hace más de treinta años. Y viajó a Argentina a visitar a sus cientos de amigos para recordar esa parte de su vida a caballo entre el churrasco y el vino, la zamba y las folías. Y volvió a Canarias varias veces para, como él decía, "llorar de alegría aunque sea un rato". A los 83 años de edad, rodeado de sus hijos y nietos, a los que también hizo protagonistas en sus poesías, Vicente nos dejó y todos los que compartimos con él horas tanto en Argentina como en Canarias, decidimos cumplir con una de sus últimas voluntades que además de haberlo oido de su propia boca y de hacerlo saber a su familia, está escrito de forma sutil pero indeleble en el último párrafo de su Nube Gris.
Y Vicente estará para siempre en su Teide y en su Nube Gris. Por eso nos reunimos familiares y amigos, en primer lugar en casa de su primo Juan Gómez arriba en Guamasa, para rememorar
con alegría, no con tristesa, la dicha de haber conocido a semejante ser humano. Al día siguiente subimos a Las Cañadas del Teide para cumplir el póstumo deseo de nuestro querido amigo Vicente Hernández.

Primero fue "Vamos sembrando alegría" y luego "El Teide en la Nube Gris" lo que cantamos familiares y amigos. Blanquichu, su hija argentina, y Quique López (Manolo), canario retornado, acompañaron con guitarra y Pocho Cruz, argentino, con su timple. ¿Que mejor muestra de canario-argentinidad se puede encontrar? Luciana de Cruz, Blanquichu, Elvio esposo de Blanquichu, Manolo y Lucy.

Presentes Roberto Espósito y su esposa Alicia representando al Consulado Argentino en Canarias y Alvaro Acosta y señora en representación del Centro Archipiélago Canario de Buenos Aires.

Blanquichu y Elvio acompañados de Manolo y Lucy que representaban a la Asociación Canario-Argentina Martín Fierro.

María Rosa de Cruz, Ana María de Acosta y Álvaro Acosta.

Y al final se cumplió el último deseo de Vicente Hernández. Volvió por última vez a Tenerife y en esta oportunidad fue para quedarse. Para quedarse junto a su Teide, el de la "Nube Gris" de su bonita canción. Y tuvo la tremenda desfachatez de decidir "irse" el mismísimo día 31 de Mayo "Día de Canarias". ¡Hasta eso, Vicente, hasta eso!
Y allí, junto a otro gran canario-argentino, Pepe Cruz, que lo estaba esperando desde hace algunos años, contempla por siempre lo que tanto y tanto amó desde la distancia. El Km. 47, allá en Las Cañadas del Teide, será por siempre un lugar de peregrinaje y de hermosos recuerdos compartidos para gentes que, como uno y muchos otros emigrados, retornados o no, mantuvieron a su terruño amado como brillante faro que les señalara ese último e inexorable lugar de atraque final. Les podemos afirmar que más de uno de nosotros nos hemos comprometido a hacerles compañía cuando se agote nuestro viaje. ¿Habrá mejor lugar para un canario llegado ese momento?
Vicente Hernández, el día 9 de Enero de 2008, la última vez que lo vimos en Tenerife, en una reunión de recuerdos, música, lágrimas y poesía compartida con muchos canarios y argentinos en una casita de Tacoronte, nos dijo una vez más mirando al Teide desde la azotea: "allí quiero dormir mi último sueño, junto al Teide y su nube gris". Así lo quiso y así se ha hecho. Sin penas. Con la alegría de haber podido cumplir con un amigo que, simplemente, había concluído su última singladura por la vida y en la que deja cientos de recuerdos imborrables más allá de su valor como persona, prosa, música y poesía. Gracias Vicente, muchas gracias.

Las cenizas de Vicente antes de entregarlas a "su Teide".
Su hija Blanquichu y su yerno Elvio entregaron las cenizas al paisaje del Teide.

Las señoras que nos acompañaron para dejar los cenizas de Vicente en el Km.47.

Manolo, Blanquichu, Elvio y María Rosa.

Todo el grupo de familiares y amigos de Vicente en el Portillo.
Sirva la presente como humilde homenaje a quién en vida fue una excelente persona y mejor amigo además de poeta y cantor del foklore de Canarias pero, desde adentro, desde el corazón, desde el alma y simplemente por eso, por componer, por declamar y por cantar para el deleite de sus cientos de amigos, y sin contrapartidas de ninguna índole. Increible ¿verdad? Pero cierto. Ese era, y seguirá siendo en nuestro recuerdo, Vicente Hernández. Descanse en paz en el mas bello lugar que pudo haber elegido.

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